Basta Comparar
El
13 de marzo del 2012 el Cónclave de Cardenales de la Iglesia de la misa nueva
elegía como sucesor de Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) a Jorge Mario
Bergoglio, Cardenal Arzobispo de Buenos Aires, Argentina. Pasado el primer
estupor causado por la elección varios Sacerdotes y fieles nos preguntaron
nuestra opinión.
Hay
cosas en las cuales la opinión no vale mucho y casi es improcedente. Un Obispo,
un Sacerdote, un laico no podrían, de suyo y en circunstancias normales de la
Iglesia, hacer un juicio acerca de ciertos temas y que este juicio fuera rector
de la propia conducta y de las conductas ajenas.
No
estamos ante la elección de un Pontífice de la Iglesia Católica de siempre sino
de la iglesia nueva, de la misa nueva, de los nuevos sacramentos, del
nuevo catecismo, del nuevo derecho canónico, de la admisión universal de todas
las religiones, del abrazo fraterno con aquellos que con su lengua mataron al
Salvador en palabras de San Agustín, Doctor de la Iglesia: “¿De dónde lo
matasteis? Con la espada de la lengua” (San Agustín, lección sexta de maitines
del Viernes Santo, homilía sobre el Salmo 63, v. 2)
Bergoglio
(Francisco I) es un fruto de la nueva iglesia:
-Ordenado el 1969 cuando ya regía el
nuevo rito de ordenaciones;
-Ordenado para la misa nueva, puesta
en vigencia el primer domingo del adviento del 69, su ordenación fue el 13 de
diciembre del mismo año).
Se
es responsable de lo que se hace, de lo que se calla, de lo que se admite.
Entrado
al noviciado jesuita en 1957 conoció la Doctrina de siempre, hasta su
ordenación vivió en el ambiente de la Misa de siempre, la Misa Tradicional.
Aceptó Obispado y Cardenalato de Juan
Pablo II, cargos de Benedicto XVI, consintió a sus doctrinas, a sus
beatificaciones y canonizaciones, a sus ejemplos y los siguió.
Ser
caritativo no es solamente sonreír y codearse con los que odian a
Jesucristo, con los que niegan a la Santísima Trinidad o con los apartados de
la grey de Cristo. Querer el bien del otro (amor de benevolencia) es
procurarlo; no es amar dejar en el error sino sacarlos del mismo.
Dios
no estableció múltiples caminos de salvación sino hubiera sido
demasiada poca cosa una religión optativa para morir para fundarla “quien
creyere y se bautizare será salvo, quien no creyera ni se bautizare se
condenará” (Evangelio de San Marcos XVI, 16).
Es
una herejía afirmar que Dios obra con su Gracia santificante en otras
religiones; puede dar gracias actuales para convertir y ayudar a los no
bautizados, pero no puede dar la Gracia Santificante más que allí en donde la
encuentra sea por el Bautismo o por el estado de Gracia, la Gracia supone
la Gracia.
Bergoglio,
Ratzinger, Wojtila, Montini, son el triunfo del sentimiento sobre la razón y la
Doctrina. Les enerva la Verdad y la firmeza mientras que se derraman en
misericordia y ternura con los de las otras religiones, con los activistas de
izquierda (el hermano de Montini peleó en la Guerra Civil española en las
brigadas comunistas italianas), con sacerdotes u obispos inmorales (en la
entronización de Mons. Casaretto en la Diócesis de Merlo-Moreno, Buenos Aires,
Argentina, habló loas del obispo anterior sorprendido en el Caribe con una
mujer; con todo el episcopado argentino afirmó que era una muestra de la
misericordia divina lo sucedido con el obispo de San Miguel de Tucumán,
Argentina sorprendido en un hotel con un hombre).
¿Nos
preguntan qué pensamos?
Pensamos
lo que piensa la Iglesia Católica. La Iglesia no tiene más que una sola Misa
verdadera, la de siempre, universalmente celebrada hasta 1969.
La
Tradición no es algo viviente y cambiante, es algo entitativamente (en su mismo
ser) inmutable e invariable, “lo que siempre y en todo lugar enseñó la Iglesia”
y esto afirmado siempre en el mismo sentido y con las mismas sentencias.
Agrega
este hombre nefasto la falta de modos, no decimos protocolo; no decimos
la falta de simplicidad sinó la simplonería, vuelo rasante de un
espíritu similar, abajamiento de una dignidad que no le es propia
sino de la Iglesia y por ende de todos los católicos.
Juan
Pablo II y Benedicto XVI arruinaron la Doctrina y esto seguirá.
Francisco
I arruinará los modos y la imagen visible del Papado.
Más
aún, la presencia en el mismo Vaticano del nuevo Papa y del Papa saliente, a
los ojos del hombre simple es una lección sorda pero elocuente: Dos Papas
no es ninguno.
El
siguiente destruirá quizás la moral.
Nosotros
no somos apocalípticos, esos tiempos están en las manos de Dios, somos
simplemente miembros de las filas del Clero y del Sacerdocio, brevemente,
estamos al servicio de Dios y de su Gloria, todo lo que se le oponga se nos
opone. Dios primer servido.
No
somos intérpretes de profecías pero no deja de ser sugestiva aquella frase del
Apóstol San Juan en el Apocalipsis (Apoc. XIII, 12): “Y la segunda bestia
ejercía todo su poder en presencia de la primera”.
Apocalípticos
o nó los personajes, anecdóticos o nó, su conducta y su lenguaje más son dignos
del dragón que del Hijo del Altísimo.
Aferrados
a la Doctrina, a la Santa Misa y a la conducta de siempre ponemos toda nuestra
fragilidad y para siempre en María Santísima quien de parte de Dios se presenta
como un ejército en orden de batalla (Cantar de los cantares VI, 3) y allí
mismo pedimos cobije a todo aquél que sea de Dios.
Ave
María Purísima.
+ Mons. Andrés Morello.
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